El ritual de iniciación vendría pronto, los magistrados se dirigían de vuelta a la nave por la orilla de la playa, mientras contemplaban al tímido Rinad caminar con pasos cortos y torpes, parecía asustado pero la luz de la luna mostraba en sus ojos un brillo que delataba una emoción incomparable.
Se estaba quedando atrás, mientras observaba los pasos firmes de James, que reía fuertemente tras algún comentario descarado de Kheldar. Parecían irradiar una extraña energía, algo que era casi atrayente, magnético.
Luego, dirigió sus ojos hacia Balleck, que posaba su brazo sobre los hombros de Roberto mientras señalaba al firmamento y hablaba con pasión. Seguramente estaba comparando la belleza de la mujer con la belleza del universo, era una de sus analogías favoritas.
Tras ello pasó a mirar al borde de la playa, donde tres siluetas caminaban descalzas entre la arena y el agua que iba y venía. Rinad se acercó un poco y pudo apreciar a Francis, Vadison y Stomp, que discutían amistosamente sobre alguna anécdota de su última aventura. Parecían relajados, pero al mismo tiempo proyectaban una seguridad inmensa. Si qué viven su vida en grande, pensó.
Mientras los observaba, sintió una mano firme en su espalda, era James.
– No te sientas intimidado, amigo mio, pronto tú también gozarás de una vida llena de aventura y éxito, sólo hace falta que pongas en práctica nuestros consejos. Pero recuerda una cosa, si algo de lo que te aconsejamos no va realmente contigo, si sientes que es algo que no harías de corazón, nadie te forzará a hacerlo, no intentamos convertirte en otra persona, queremos enseñarte a ser feliz con la persona que ya eres. Somos artistas, y la vida es nuestro lienzo.
Stomp se acercó lentamente, los había escuchado hablar.
– Rinad, la gente piensa que la manera correcta de desarrollarse como persona es aprender técnicas para »venderse» mejor. Piensan que por hacer cosas que los muestren valiosos ante una mujer, ella los verá de esa forma. Este es el error en el que recae la mayoría. La verdad es que no debes hacer cosas que te muestren valioso, debes hacer cosas que te conviertan en una persona valiosa. Nosotros te enseñaremos a ser, no a parecer.
El joven Rinad escuchaba atento a cada palabra que le era dirigida. Era inteligente y se le ocurrían muchas cosas durante la conversación, pero no se atrevía a interrumpir las sabias palabras que le relataban. Era tímido pero tenía muchos amigos, su vida era común y corriente, excepto tal vez en el campo de las mujeres donde su limitado éxito lo había llevado a una búsqueda de respuestas tan profunda que ahora estaba aquí, entre hombres y mujeres que vivían su vida de aventura en aventura, llevando siempre sus emociones al límite y disfrutando cada momento de una manera indescriptible.
– ¡Hela aquí! –dijo Balleck alzando la voz– aquella que nos ha acogido en un viaje interminable, la que hoy nos ha reunido y traído a donde estamos ahora. Compañero, te presento a La Corte.
Rinad contemplaba impresionado la imponente nave que se encontraba ante sus ojos, era el complemento perfecto para estos lobos de mar. De impecable construcción, irradiaba un misterio casi inexplicable. Su bandera ondulaba con el viento, era negra, con una imagen similar a la de una calavera, pronto comprendería por qué.
En su rostro se plasmaba una sensación de incertidumbre e impaciencia. No sabía lo que estaba por venir, pero no podía esperar para averiguarlo.
Kheldar se acercó tranquilamente a la nave y cuando estuvo entre ella y Rinad, abrió sus brazos y dijo –Amigo mio, bienvenido a bordo!–